Diferencia entre muy bien y muy mal, al más puro estilo 'Barrio Sésamo'.

Todos tenemos claro que una misma cosa se puede hacer mejor, o peor, dependiendo de la pericia de cada uno y la predisposición a alcanzar un buen resultado. Hoy vamos a ver un ejemplo, al más puro estilo 'Barrio Sésamo', de como una misma cosa se puede hacer muy bien, o muy mal.

En la ciudad de La Laguna, junto con la intervención de peatonalización de la mayoría del casco histórico, se ha llevado a cabo un proyecto de señalética global, que contempla la instalación de directorios principales de información en las entradas al casco urbano, monolitos verticales en los principales cruces de calles, y carteles informativos junto a cada una de las edificaciones con caracter importante, en el que se hace una pequeña reseña a la historia de la misma y se mencionan las características principales del inmueble. Toda esta información hace que una vez entras en el núcleo urbano, puedas visitar todos los puntos de interés sin necesidad de un plano, invitando al turista o visitante local a recorrer la ciudad.

Para todos los soportes se ha utilizado como material principal el acero cortén, una perfecta elección desde mi punto de vista, por durabilidad y factor estético. Además se encuentran retroiluminados, por lo que son visibles a cualquier hora. Esto es hacer las cosas muy bien.

Ahora veamos el caso contrario, como hacer las cosas muy mal. Como no iba a ser menos, el ejemplo está en Santa Cruz. No existe proyecto integral de señalética e información urbana, y solo hay algunos carteles 'tipo tráfico' que te indican por donde se va a Las Teresitas o al Puerto de la Cruz, por ejemplo. En la siguiente imagen vemos a lo que me refiero. Mientras en La Laguna han generado itinerarios urbanos que invitan a recorrer la ciudad y visitar todos sus elementos importantes, en Santa Cruz, junto al Cabildo y la remodelada plaza de España, mandan este cartel que invita a que te marches para La Laguna, increible.

Después de los post escritos, del tiempo que llevo recorriendo la ciudad y observando el entorno, hoy me atrevo a decir, que la torpeza de los encargados de la gestión de nuestra ciudad no tiene límites, tiende a infinito.